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los pies, las piernas, el cuerpo, los brazos,
el cuello, la cabeza y hasta el pelo. Pasaba
junto a su mamá sin peinarse y ella sólo le
decía: —¡Aaaah! ¡Qué sueño!
“No me ven desde que vino la hermanita
—pensó Rafa—. De seguro que es mágica
y ella me volvió invisible. ¡Esto puede ser
muy divertido!”.
Pasaron las horas, pasaron los días. Rafa
seguía siendo invisible, pero ya no estaba
tan divertido.
“Yo pensaba que ser invisible tenía más
chiste, pero ya me cansé. ¡Si tan siquiera
me anduvieran buscando!”.
…—¿Cómo volverse visible otra vez?