155
Requetequerida Maclito:
No quiero que te pongas celosa por lo que voy
a decirte. Hay alguien que día y noche va con-
migo, que me acompaña a tomar fotografías,
a comer y a dormir, que representa todos mis
anhelos y esperanzas y para quien trabajo du-
ramente todos los días. ¿Adivinaste?
No temas, reinita, se trata del cochinito de
barro, el que ya muy pronto nos va a llevar al
altar.
Ahora adivina quién es el que daría toda
su vida por ti.
Acertaste:
te quiere,
tu Quino
.
Joaquín calculó que otra semana de trabajo y su cochinito
no aceptaría una sola moneda más. Había llegado el momento
de fijar la fecha definitiva para la boda.
Según él, sus ahorros ya deberían de estar cerca de la fabu-
losa cantidad de doscientos pesos. Lo primero que habría que
hacer sería mandar a imprimir las invitaciones para la boda.
Luego comprar el vestido de novia más elegante que se hubiera
visto jamás en Guanajuato, alquilar la carroza que los espe-
raría a la salida de la iglesia, rentar una casa con un jardincito,
comprar algunos muebles, una mecedora, una mesa, la estufa,
una olla y dos platos, dos tazas, dos juegos de cubiertos. Por
supuesto que sobraría algo para llenar la casa de flores el día
del casamiento.
Empezó la semana con una boda en el templo de San
Roque. Colocó todos sus instrumentos de trabajo al lado de
él y sobre un banquito, la alcancía. Ya para ese entonces no