53
Pues cuentan que en el pueblo de Kaua, al sur
de la provincia de Valladolid, hay unas criptas
profundas cuyas galerías subterráneas y extensas
forman un verdadero laberinto donde nadie se
atreve a penetrar.
Lo cierto es que nadie nunca las recorrió en su
totalidad, pues hasta se dice que una de ellas tiene
una longitud de 24 kilómetros. Y cuentan que,
cuando uno está cerca de ellas y se dice algo, el
eco lo repite interminablemente. Los más viejos
del pueblo aseguran escuchar con claridad una
voz que pregunta en lengua maya: “¿Me quieres?”.
Y estas palabras de respuesta: “Como las plantas
al rocío de los cielos, como las aves al primer rayo
del sol matinal”.
Ellos son los únicos que conocen la leyenda que
se relata sobre esas criptas. Y, como me la conta-
ron, la cuento.
Vivía en el reinado de Chichén el cacique
H’Kinxoc, padre de una preciosa muchacha lla-
mada Oyomal, que quiere decir
'timidez'. Muchos
eran los que la querían para casarse, pero ella se
mostraba amable y nunca elegía a ninguno. Entre
los pretendientes destacaron enseguida Ac y Cay,
dos príncipes hermanos que deseaban tanto tener
a la princesa para sí que se odiaban entre ellos.
Tanta era la furia que tenían que H’Kinxoc temía
que si la princesa se decidía por uno de ellos co-
menzara una guerra por parte del otro.
Pero, mientras Yacunah, la diosa del amor, ya
estaba trabajando. Oyomal no pudo resistirse a las
palabras de Cay:
… quiero que seas vista de verdad
Muy bella, porque
habréis de pareceros a la humeante
estrella, porque os deseen hasta
la luna y las flores de los campos.
Así que a él le entregó su corazón.
Ac, encolerizado por la fortuna de su hermano,
mandó a sus guerreros a pelear contra él. Llegaron
justo cuando Cay le juraba su amor a la bella
Oyomal. Lo apresaron y lo encerraron en una
cripta, mientras la dama era conducida al recin-
to de las vírgenes de Chichén Itzá y el cacique
H’Kinxoc fue encerrado en el santuario de Mutul.
Ac seguía teniendo mucha rabia y cólera, pero el
amor por Oyomal seguía creciendo dentro de
él y siguió cortejándola. Todas las mañanas acu-
día al recinto de las vírgenes y le hablaba de sus
sentimientos. Ella permanecía silenciosa. Todavía
sonaban en sus oídos los bellos versos de Cay
y la pregunta que le había hecho después: “¿Me
quieres?”.
Entre tanto, Cay, en la cripta, se repetía una y
otra vez las palabras que ella le había contestado:
“Como las plantas al rocío de los cielos, como las
aves al primer rayo del sol matinal”.
En su desesperación, Cay comenzó a construir
un túnel que lo llevara desde su prisión a la de su
amada. Un día llegó hasta ella, y Oyomal pudo
escuchar otra vez de los labios de Cay: “¿Me quie-
res?”. Cuando entrelazaban sus manos entraron
en el recinto los guerreros de Ac para prender al
fugitivo. Los amantes tuvieron tiempo de entrar
al laberinto por donde había salido Cay, pero los
guerreros los atraparon y les dieron muerte allí
mismo.
Es por esto que, en los días de brisa, sus frases
de amor pueden escucharse cerca de la cripta.
Esta leyenda se cuenta en la península de
Yucatán, al sureste de México, y proviene de la cul-
tura maya. El nombre de Yacunab, la diosa del
amor, está formado por
ya
('dolor') y
cunah
('amor'), lo que quiere decir que el amor contie-
ne también el dolor. El poema que le recita Cay
—
“Notlazohtla” (“Amada mía”)
—
ha sido tomado
de
Los cantares de Dzitbalché
, uno de los pocos
documentos líricos escritos que se conservan de la
cultura maya.
Cuentos y leyendas hispanoamericanos
, selec., adap.
y comentarios de Ana Garralón, México, S ²-Larousse,
2007, pp. 234-236.
Las criptas de Kaua
Leyenda maya, México