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No se aprende a la primera a leer textos difíciles, es como cuando uno aprende a
andar en bicicleta. Hay dificultades al principio, pero con la práctica constante se logra,
y sin darse cuenta poco después se logra la autonomía, es decir, no se requiere la
ayuda de los demás.
Es
muy
posible
que
al
inicio
de
este
aprendizaje, haya caídas y raspones. Ante
esta situación hay dos opciones a seguir:
sacudirse el polvo, levantarse y continuar
con el aprendizaje sabiendo que puede
haber más caídas y que al final se obtendrá
la recompensa; o bien quedarse tirado en
el piso,
mirando
cómo
los
otros
se
levantan, compadeciéndose a sí mismo,
rindiéndose y rechazar el reto de continuar
por miedo a sentir nuevamente el dolor de
las caídas. La decisión es de cada uno,
porque el aprendizaje es individual, aunque
se aprende con los demás.
Con la lectura pasa algo similar: la primera
vez que nos enfrentamos a un texto que
consideramos difícil y la experiencia no es satisfactoria, pensamos cosas negativas
que nos limitan, por ejemplo: “esto es muy complicado, mejor que alguien me pase los
apuntes”, “soy incapaz de entender algo, leo, leo y no se me queda nada”, “no soy tan
bueno con esto de la lectura, por eso no me gusta esta asignatura”, etcétera. Si la
lectura es considerada una actividad fundamental en su proceso de aprendizaje, qué
prefieren: ¿evadirla o enfrentarla? _________________________________________
¿Por qué? ___________________________________________________________
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Figura 2.9. Los primeros acercamientos a lecturas de difícil comprensión no
son fáciles. Una manera de enfrentar estas dificultades es utilizando
estrategias de lectura.
Figura
2.8. Tener
un
propósito
establecido
y
practicar
constantemente
aquello
que
deseamos
lograr
nos
mantienen
firmes
y
decididos sin importar las dificultades que se
presenten.