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Si a un periodo de sequía le sigue uno de lluvias intensas, los tomates y las raíces se pueden rajar.
c.
Sombra.
Si están en zonas de sombra; las flores escasean o no se abren los capullos. Hay hortalizas
que necesitan mucha luz, por ejemplo, el pimiento o el tomate. Con poca luz los tallos se ahílan
(crecen larguiruchos y endebles) y son más tiernos y fáciles de atacar por insectos y hongos.
d.
Insolación excesiva.
Algunas especies no toleran la exposición directa a los rayos solares todo el
día, produciéndoles en las hojas quemaduras. Las hojas palidecen y pierden brillo. Procuren sombrear
las zonas donde se plantaron especies que no requieran mucho sol. Sin embargo, mientras éstas
crecen, se pueden emplear mallas de sombreo que también protegen en caso de granizo.
e.
Ola de calor.
Las masas de aire caliente y baja humedad, secan las plantas. Las marchita en pocas
horas. En estas situaciones, relativamente frecuentes en verano, manténganlas bien regadas y
pulvericen por encima con regularidad.
f.
Cambios bruscos de temperatura.
No es bueno que sucedan cambios fuertes de temperatura de un
día a otro. La planta lo resiente, tirando capullos, flores y frutos.
g.
Heladas.
El frío invierno, vientos frescos o heladas, provocan daños importantes en plantas delicadas.
Al tomate le gusta el clima cálido; muere con heladas (temperatura inferior a 0 ºC). Es una planta que
exige un clima cálido o templado. En otoño e invierno sólo es posible cultivarlo en invernaderos. Las
raíces se resguardan acolchando la superficie con una capa de mantillo o paja. Para proteger la parte
aérea es posible instalar un armazón de alambre cubierto con plásticos con agujeros, cortinas viejas y
tela de arpillera. Los semilleros también pueden protegerse con tarros de cristal, botellas de plástico,
campanas de vidrio, hojas de periódico sujetas y túneles de plástico o invernaderos, etcétera.
h.
Humedad ambiental.
Si la humedad del aire es más del 70%, favorece el desarrollo de enfermedades
en las partes aéreas de la planta, y dificulta la fecundación. Si es demasiado baja, durante el verano,
con temperaturas altas, se produce la caída de flores y frutos recién cuajados.
i.
Viento.
El viento de la costa deposita sales del mar, y éstas producen quemaduras en las hojas. En zonas
ventosas es preciso crear cortavientos protectores como setos, láminas de brezo, cañizos y muros,
etcétera.
j.
Granizo.
Las granizadas son muy destructivas. Provocan defoliación y daños en hojas y tallos por
donde pueden entrar hongos y bacterias. Después de una granizada, al día siguiente, pulvericen con
un fungicida natural, como el caldo bórdeles, para prevenir la infección de las heridas por algún hongo.
k.
Carencias de nutrientes.
La falta de uno o más de los 13 elementos esenciales en la nutrición de la
planta provoca síntomas como hojas más pequeñas, descoloridas o amarillentas.
Fuerte y
racheado
Produce rotura de plantas, caída de hojas, de flores y frutos.
Seco
Marchita a los vegetales, puntas y bordes secos.
Frío
Quema a la planta.