Al experimentar el factor tiempo descubrimos la duración, la cual puede ser breve o sostenida.
Esa duración, que corresponde con nuestra experiencia subjetiva del tiempo, la podemos contar
y así, poco a poco, lograr sincronizar la velocidad de nuestra cuenta con la de otros. Por
ejemplo, realicen una flexión en ocho tiempos. Ejecútela cada quien contando internamente.
Noten que pese a que todos deberían hacer el movimiento en ocho tiempos, cada quien lo
realizó en un tiempo diferente. Ahora uno de ustedes cuente y todos sigan la velocidad de los
ocho tiempos.
Exploren con las acciones básicas con una música de velocidad lenta. Asignen una duración
específica a cada movimiento. Por ejemplo, realicen una flexión en cuatro tiempos, una
extensión en un tiempo, una pausa activa en tres tiempos y cualquier desplazamiento en ocho
tiempos. Repitan la secuencia con una música rápida.
Como ya aprendimos, en danza la pausa nos sirve para separar una acción de otra, para
respirar, para descansar o para apoyar el dramatismo de una frase de movimiento. Pero la
pausa activa, en la que pese a la quietud el movimiento interior continúa, es la de mayor
expresividad y capacidad para dar sentido a una frase de danza. Podemos hacer coincidir la
fuerza expresiva de la pausa activa con las pausas sonoras o silencios de la música o bien
contrastar con momentos de gran intensidad de la música.
En equipos, elaboren una frase de movimiento en la que incluyan pausas activas. Elijan una
música cuya velocidad les agrade y asignen duración a los movimientos. Piensen en una
motivación para ejecutarla y consideren, en el momento de la creación, que las pausas puedan
coincidir con los silencios musicales. También pueden contrastar con los momentos de gran
intensidad musical, a la vez que cuidan que las pausas sirvan para dar sentido y expresividad a
la frase.
Otro elemento que ya exploramos es el acento, que se produce cuando al realizar un
movimiento incrementamos la energía corporal en un tiempo súbito, breve. Encontramos dos
tipos de acento: suave y fuerte. La diferencia entre uno y otro depende de la cantidad de
energía con que lo ejecutamos: poca o mucha. Con frecuencia utilizamos el acento fuerte para
finalizar un movimiento y el acento suave como impulso para iniciar un movimiento. Aunque
también usamos el acento suave en diferentes momentos de la duración de un movimiento.
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