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Libro para el maestro
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SECUENCIA 10
—Al conocer un poco su historia, da la impresión
de que su vocación de médico le hubiera surgido des-
de su infancia.
..
—Aunque no me lo puedan creer, mi primera de-
cisión había sido estudiar física en la facultad de uste-
des, pero al borde de la inscripción me decidí por la
medicina. La vocación me llegó mucho después de
empezar la carrera. Yo veía una operación y me des-
mayaba: durante las seis primeras me caí al suelo. Vie-
ron.
.. al final, en la Argentina esperaban a un héroe y
llegó un antihéroe.
—¿Y por qué eligió ser médico en catástrofes?
—Porque, desde hacía 8 años, con mi esposa ve-
níamos reflexionando sobre algunos puntos de nues-
tras vidas. Yo no era conciente de que estaba encerra-
do entre las cuatro paredes del quirófano, y mi mujer,
que tenía una visión distinta del mundo, me hizo
considerar otras cosas. Vivía encerrado en la compe-
tencia de la cirugía —que permite obtener buena ex-
periencia pero te mantiene aislado del mundo—.
Trabajaba en el hospital de Los Polvorines, un lugar
pobre, sin recursos, pero que me encantaba. Recuer-
do que en la provincia de Buenos Aires había muchí-
simos hospitales, que si bien tenían grandes diferen-
cias con los de Zaire o Ruanda, no dejaban de ser
hospitales de trinchera.
—¿Cuándo empezó a viajar?
—Mi primer viaje fue a Armenia en el ‘89 para
socorrer a las víctimas de un terremoto. Luego fui-
mos a Georgia, que estaba en guerra civil tras la diso-
lución de la Unión Soviética, y al poco tiempo volvi-
mos a Armenia, en donde también se había iniciado
una guerra civil. Luego estuvimos en Angola, Sri
Lanka, Afganistán, Kurdistán, Burundi, Haití, hasta
que llegamos a Ruanda y Zaire. El itinerario siempre
lo decidimos de acuerdo a las necesidades que haya
en cada lugar, y muchas veces en forma bastante in-
mediata. Por ejemplo, la mayor parte de las veces lle-
gamos a los lugares únicamente con las mochilas y lo
puesto.
—¿Cómo se compone su familia?
—Mi esposa se llama Lidia, y casi siempre viaja-
mos juntos. Ella es odontóloga pero no trabaja en lu-
gares de guerra sino en misiones de desarrollo […].
—¿Y cómo hace para estar tanto tiempo lejos de
sus hijos?
—Estamos lejos pero nos faxeamos: estamos conti-
nuamente comunicados. Igualmente es muy duro esto
de la distancia, saber que están en una edad en que te
necesitan mucho y vos no estás. Por suerte, mis dos
chicos tienen una madre sensacional que ha sabido so-
brellevar muy bien esta situación. Además, ellos siem-
pre vivieron esto como una experiencia no traumática
y me alentaron para que siga trabajando.
—Cuando usted llegó al país se encontró con una
situación contradictoria: por un lado fue nombrado
Médico del Año por el gobier-
no de la ciudad de Buenos Ai-
res y por otro se hizo público
un antiguo juicio por mala
praxis
en su contra. ¿Cómo lo
vivió?
—La gente esperaba ver en mí a un superhombre y
se encontró con alguien de carne y hueso. Además,
cuando la actividad de uno toma estado público se
debe estar preparado para recibir de algunas manos
palos y de otras palmadas.
Si hablan con cualquier cirujano, obstetra o trau-
matólogo con algo de experiencia, van a encontrar
que la gran mayoría está en juicio. Cuando fallece un
paciente en el acto operatorio, o seis meses después, la
familia suele iniciar una acción legal, entonces los mé-
dicos involucrados tenemos que demostrar que hici-
mos lo correcto. En la Argentina, hasta hace poco
tiempo, este tema no estaba difundido, pero ahora la
gente está más al tanto de sus derechos para averiguar
el motivo del fallecimiento de su ser querido y si el
profesional actuó correctamente.
—¿Por qué quiso devolver la medalla de Médico
del Año?
—Porque cuando uno se siente cuestionado tiene
un deber ético y moral. Si me dieron un premio y al
mismo tiempo aparece lo del juicio, yo ofrezco devol-
ver la medalla y doy la oportunidad a los que me galar-
donaron de que, si quieren, la tiren a la basura y punto.
Pero de la Rúa no quiso aceptar la devolución.
—Hay un periodista que dirige un medio en Los
Polvorines que ha hablado pestes de usted; entre otras
cosas lo ha acusado de tráfico de órganos. ¿Por qué ha
decidido no contestarle?
—Hay cosas que son incontestables, legal o perso-
nalmente, porque a lo que convoca es al
show
. A ese
hombre no lo conozco. Ha declarado cosas durísimas
y cien por ciento mentira. Además, desde el punto de
vista médico, es cualquier disparate, irreal. No tiene
idea de lo que significa llevar a cabo un transplante de
órganos, los elementos que se necesitan, y por ende la
plata que demanda. Pero no tengo ganas de contestar,
lo dejo pegarme. Me dan ganas de decirle: “Si tenés
ganas de hacerte notar, hacelo”.
praxis:
práctica.
asepsia:
esterilización.
Comentario 2:
En su curso de
Historia I vieron cómo el fin de la
Guerra Fría dio paso a una serie de
conflictos en Medio Oriente, India,
África y los Balcanes, principalmente
por cuestiones étnicas y religiosas.
Para ampliar la información sobre
el origen de estos conflictos armados
puede revisar la secuencia 15
Conflictos contemporáneos
,
sesión 137, de esa asignatura.
Comentario 3:
La persona a la que
se refiere el médico es Fernando
de la Rúa, presidente de Argentina
–diciembre de 1999 a diciembre de
2001. Este personaje tuvo que
renunciar anticipadamente a su cargo
debido a la gran crisis económica que
se vivió en ese país.