ESPAÑOL
III
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Y el consuelo la segunda;
pues aunque ahora se vea
obedecido, y después
a sus prisiones se vuelva,
podrá entender que soñó,
y hará bien cuando lo entienda;
porque en el mundo, Clotaldo,
todos los que viven sueñan.
CLOTALDO:
Razones no me faltaran
para probar que no aciertas;
mas ya no tiene remedio;
y según dicen las señas,
parece que ha despertado
y hacia nosotros se acerca.
BASILIO:
Yo me quiero retirar.
Tú, como ayo suyo, llega,
y de tantas confusiones
como su dircurso cercan
le saca con la verdad.
CLOTALDO:
En fin, ¿que me das licencia
para que lo diga?
BASILIO:
Sí;
que podrá ser, con saberla,
que, conocido el peligro,
más fácilmente se venza.
[Vase.]
ESCENA II
Sale CLARÍN.
CLARÍN
:
[Aparte.]
(A costa de cuatro palos
que el llegar aquí me cuesta,
de un alabardero rubio
que barbó de su librea,
tengo de ver cuanto pasa;
que no hay ventana más cierta
que aquella que, sin rogar
a un ministro de boletas,
un hombre se trae consigo;
pues para todas las fiestas
despojado y despejado
se asoma a su desvergüenza.)
CLOTALDO:
[Aparte.]
(Éste es Clarín, el criado
de aquélla ¡ay cielos! de aquélla
que, tratante de desdichas,
pasó a Polonia mi afrenta.)
Clarín, ¿qué hay de nuevo?
CLARÍN:
Hay,
señor, que tu gran clemencia,
dispuesta a vengar agravios
de Rosaura, la aconseja
que tome su propio traje.
CLOTALDO:
Y es bien, porque no parezca
liviandad.
CLARÍN:
Hay que mudando
su nombre, y tomando, cuerda,
nombre de sobrina tuya,
hoy tanto honor se acrecienta,
que dama en palacio ya
de la singular Estrella
vive.
CLOTALDO:
Es bien que de una vez
tome su honor por mi cuenta.
CLARÍN:
Hay que ella está esperando
que ocasión y tiempo venga
en que vuelvas por su honor.
CLOTALDO:
Prevención segura es ésa;
que al fin el tiempo ha de ser
quien haga esas diligencias.
CLARÍN:
Hay que ella está regalada,
servida como una reina,
en fe de sobrina tuya.
Y hay que viniendo con ella,
estoy yo muriendo de hambre