200
CLARÍN
:
Que es el Rey está advertido.
BASILIO:
¿Tan presto una vida cuesta
tu venida al primer día?
SEGISMUNDO
:
Díjome que no podía
hacerse, y gané la apuesta.
BASILIO:
Pésame mucho que cuando,
príncipe, a verte he venido,
pensando hallarte advertido,
de hados y estrellas triunfando,
con tanto rigor te vea,
y que la primera acción
que has hecho en esta ocasión
grave homicidio sea.
¿Con qué amor llegar podré
a darte ahora mis brazos,
si de sus soberbios lazos
que están enseñados sé
a dar muerte? ¿Quién llegó
a ver desnudo el puñal
que dio una herida mortal,
que no temiese? ¿Quién vio
sangriento el lugar, adonde
a otro hombre le dieron muerte,
que no sienta? Que el más fuerte
a su natural responde.
Yo así, que en tus brazos miro
desta muerte el instrumento,
y miro el lugar sangriento,
de tus brazos me retiro;
y aunque en amorosos lazos
ceñir tu cuello pensé,
sin ellos me volveré,
que tengo miedo a tus brazos.
SEGISMUNDO
:
Sin ellos me podré estar
como me he estado hasta aquí;
que un padre que contra mí
tanto rigor sabe usar,
que su condición ingrata
de su lado me desvía;
como a una fiera me cría,
y como a un monstruo me trata,
y mi muerte solicita,
de poca importancia fue
que los brazos no me dé,
cuando el ser de hombre me quita.
BASILIO:
Al cielo y a Dios pluguiera
que a dártele no llegara;
pues ni tu voz escuchara,
ni tu atrevimiento viera.
SEGISMUNDO
:
Si no me le hubieras dado,
no me quejara de ti;
pero una vez dado, sí,
por habérmele quitado;
pues aunque el dar la acción es
más noble y más singular,
es mayor bajeza el dar
para quitarlo después.
BASILIO:
¡Bien me agradeces el verte,
de un humilde y pobre preso,
príncipe ya!
SEGISMUNDO
:
Pues en eso
¿qué tengo que agradecerte?
Tirano de mi albedrío,
si viejo y caduco estás,
¿muriéndote, qué me das?
¿Dasme más de lo que es mío?
Mi padre eres y mi Rey;
luego toda esta grandeza
me da la naturaleza
por derecho de su ley.
Luego, aunque esté en tal estado,
obligado no te quedo,
y pedirte cuentas puedo
del tiempo que me has quitado
libertad, vida y honor;
y así agradéceme a mí
que yo no cobre de ti,
pues eres tú mi deudor.
BASILIO:
Bárbaro eres y atrevido;
cumplió su palabra el cielo;
y así, para él mismo apelo,
soberbio y desvanecido.
ANEXO 2