ESPAÑOL
III
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perder, trocada la suerte,
siendo tu gloria fingida
una sombra de la vida
y una llama de la muerte.
CLOTALDO:
A quien sabe discurrir,
así es bien que se prevenga
una estancia donde tenga
harto lugar de argüir.
—Éste es el que habéis de asir (
A los criados.
)
y en ese cuarto encerrar.
(Señalando la pieza inmediata.)
CLARÍN:
¿Por qué a mí?
CLOTALDO:
Porque ha de estar
guardado en prisión tan grave
Clarín que secretos sabe,
donde no pueda sonar.
CLARÍN:
¿Yo, por dicha, solicito
dar muerte a mi padre? No.
¿Arrojé del balcón yo
al Ícaro de poquito?
¿Yo sueño o duermo? ¿A qué fin
me encierran?
CLOTALDO:
Eres Clarín.
CLARÍN:
Pues ya digo que seré
corneta, y que callaré,
que es instrumento ruin.
[Llévanle y queda solo CLOTALDO.]
ESCENA XVIII
Sale BASILIO, rebozado.
BASILIO:
Clotaldo.
CLOTALDO:
¡Señor! ¿Así
viene Vuestra Majestad?
BASILIO:
La necia curiosidad
de ver lo que pasa aquí
a Segismundo, ¡ay de mí!
deste modo me ha traído.
CLOTALDO:
Mírale allí reducido
a su miserable estado.
BASILIO:
¡Ay, príncipe desdichado
y en triste punto nacido!
Llega a despertarle, ya
que fuerza y vigor perdió
con el opio que bebió.
CLOTALDO:
Inquieto, señor, está,
y hablando.
BASILIO:
¿Qué soñará
ahora? Escuchemos, pues.
SEGISMUNDO:
[Entre sueños.]
Piadoso príncipe es
el que castiga tiranos:
Clotaldo muera a mis manos,
mi padre bese mis pies.
CLOTALDO:
Con la muerte me amenaza.
BASILIO:
A mí con rigor y afrenta.
CLOTALDO:
Quitarme la vida intenta.
BASILIO:
Rendirme a sus plantas traza.
SEGISMUNDO:
[Entre sueños.]
Salga a la anchurosa plaza
del gran teatro del mundo
este valor sin segundo:
porque mi venganza cuadre,
vea triunfar de su padre
al príncipe Segismundo.
[Despierta.]
Mas ¡ay de mí! ¿dónde estoy?