210
BASILIO:
[A CLOTALDO.]
Pues a mí no me ha de ver.
Ya sabes lo que has de hacer.
Desde allí a escucharle voy.
[Retírase.]
SEGISMUNDO:
¿Soy yo por ventura? ¿Soy
el que preso y aherrojado
llego a verme en tal estado?
¿No sois mi sepulcro vos,
torre? Sí. ¡Válgame Dios,
qué de cosas he soñado!
CLOTALDO:
[Aparte.]
(A mí me toca llegar
a hacer la deshecha ahora.)
¿Es ya de dispertar hora?
SEGISMUNDO:
Sí, hora es ya de dispertar.
CLOTALDO:
¿Todo el día te has de estar
durmiendo? ¿Desde que yo
al águila que voló
con tardo vuelo, seguí,
y te quedaste tú aquí,
nunca has dispertado?
SEGISMUNDO:
No,
ni aun ahora he despertado,
que según, Clotaldo, entiendo,
todavía estoy durmiendo,
y no estoy muy engañado;
porque si ha sido soñado
lo que vi palpable y cierto,
lo que veo será incierto;
y no es mucho que rendido,
pues veo estando dormido
que sueñe estando dispierto.
CLOTALDO:
Lo que soñaste me di.
SEGISMUNDO:
Supuesto que sueño fue,
no diré lo que soñé,
lo que vi, Clotaldo, sí.
Yo desperté, yo me vi
¡qué crueldad tan lisonjera!
en un lecho que pudiera,
con matices y colores,
ser el catre de las flores
que tejió la primavera.
Aquí mil nobles rendidos
a mis pies nombre me dieron
de su príncipe, y sirvieron
galas, joyas y vestidos.
La calma de mis sentidos
tú trocaste en alegría,
diciendo la dicha mía;
que, aunque estoy desta manera,
príncipe en Polonia era.
CLOTALDO:
Buenas albricias tendría.
SEGISMUNDO:
No muy buenas; por traidor,
con pecho atrevido y fuerte
dos veces te daba muerte.
CLOTALDO:
¿Para mí tanto rigor?
SEGISMUNDO:
De todos era señor,
y de todos me vengaba;
sólo a una mujer amaba…
Que fue verdad creo yo
en que todo se acabó
y esto solo no se acaba.
[Vase el Rey.]
CLOTALDO:
[Aparte.]
(Enternecido se ha ido
el Rey de haberle escuchado.)
Como habíamos hablado
de aquella águila, dormido,
tu sueño imperios han sido;
mas en sueños fuera bien
honrar entonces a quien
te crió en tantos empeños,
Segismundo, que aun en sueños
no se pierde el hacer bien.
[Vase.]
ANEXO 2