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Libro para el Maestro
función de un proyecto de vida, con miras a la mejor
realización de la existencia personal; son, por tanto,
decisiones morales en sentido amplio.
Al orden moral en sentido estricto pertenecen, en cambio,
aquellas decisiones que se perciben como obligatorias en
función de la conciencia moral; en ellas la persona se
percibe a sí misma como sujeta a un deber-ser dictado por
la propia conciencia (o por alguna ley o mandato que se
acepta como válido y se integra en la propia conciencia). Un
ejemplo: la empleada encargada de recoger el buzón en el
que los clientes depositan sus opiniones sobre el personal
de la empresa sustrae todos los volantes en los que
aparecen opiniones favorables a una de sus compañeras,
pues por envidia se ha propuesto obstaculizar su promoción;
ella sabe que obra moralmente mal, aunque nadie se dé
cuenta. Otro ejemplo: un niño de 13 años se entera de que
algunos compañeros de clase darán una golpiza a la salida
de la escuela a otro compañero, simplemente porque les
parece antipático; decide evitar esa injusticia y previene en
secreto al interesado; entre la solidaridad con el grupo de
compañeros y la justicia, después de ponderar lo que está
en juego en su decisión, opta por evitar la injusticia, a
riesgo de que su acción pueda ser conocida por todos y él
sea ridiculizado. En ambos casos las decisiones –una
negativa y la otra positiva desde el punto de vista de la
conciencia del individuo–, pertenecen al orden moral en
sentido estricto pues se perciben como relacionadas con el
bien y el mal morales según el dictado de la propia
conciencia.
El orden moral es uno solo y hay continuidad entre el
ámbito del deber, de lo prohibido o permitido (sentido
estricto), y el ámbito más amplio de lo que se percibe como
conveniente por ser congruente con los valores que cada
persona ha aceptado para normar su vida y darle un
sentido. En el ámbito restringido, el sentimiento del deber
protege las decisiones que resultan de mayor trascendencia
para la realización de la persona; otras decisiones, aunque
también están vinculadas con la realización de la persona,
no se perciben como obligatorias o prohibidas sino sólo
como convenientes, y por eso se considera que pertenecen
al orden moral en sentido amplio.
Se dice con razón que el orden moral es el del bien y el mal,
y que su centro es la conciencia moral de la persona que
dicta qué es bien y qué es mal. La breve revisión que hemos
hecho de las explicaciones filosóficas sobre la naturaleza de
los actos morales, tanto en cada individuo como en la
especie, da una idea de los debates sobre este tema.”