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Libro para el Maestro
habrá la menor muestra visible de amilanamiento en el
rostro. El conocimiento y la perspicacia automáticamente
levantan el escudo protector de la tolerancia, de manera
que el individuo permanece íntegro y contento y además, no
se siente amenazado ni por la gente ni por las
circunstancias. Una persona tolerante es como un árbol
cargado de frutas. Incluso cuando se le agrede con palos y
piedras, ofrece sus frutas en retorno.
En el ambiente profesional y oficial, el fruto de las propias
intenciones y acciones puede dañarse si al interactuar con
los colegas, no se alza sobre el árbol el toldo protector de la
tolerancia Los que tienen el poder de ser tolerantes no
permiten que las vibraciones negativas externas nublen sus
mentes con dudas y descontento. Pueden ver las cosas
realmente como son –no como aparentan ser– y realizar las
acciones necesarias.
LA HABILIDAD DE ADAPTARSE
Ciertas circunstancias requieren tolerancia. Por ejemplo, los
extremos en las estaciones y los diversos niveles de dolor
corporal. El trabajo de los artesanos de la ciencia y la
tecnología ha sido inestimable al ayudar a los seres
humanos a adaptarse al calor y al frío extremos y los
tratamientos médicos avanzados han hecho milagros en
ayudar a las personas a tolerar el dolor. Aun así, tales
beneficios no significan que se hayan eliminado las
incomodidades por completo. En ciertos niveles para todos,
y para unos más que para otros, la tolerancia se convierte
en el poder indispensable para sobrellevar las situaciones.
La tolerancia desarrolla la habilidad de adaptarse a los
problemas de la vida diaria. Los cientos de personas que
corren a la estación de tren después de un día de duro
trabajo, posiblemente están cansados y fastidiados. El arte
de adaptarse a las circunstancias se pone a prueba cuando
se escucha el anuncio: “Se han cancelado todos los trenes
debido a dificultades técnicas. Se pide a los pasajeros que
usen otras alternativas”. Tolerar los inconvenientes de la
vida es liberarse de ellos, ser liviano, hacer livianos a los
demás, y avanzar hacia delante. ¡Las montañas se
transforman en montones de arena y éstos en semillas de
mostaza!
“Tolerancia no es hacer concesiones, pero tampoco es
indiferencia. Tolerancia es conocer al otro. Es el respeto
mutuo mediante el entendimiento mutuo. Debemos
abandonar los viejos mitos y aplicar el resultado de los
estudios realizados recientemente: el hombre no es violento
por naturaleza. La intolerancia no es parte de ‘nuestros
genes’. El miedo y la ignorancia son las raíces que causan la
intolerancia y sus patrones pueden imprimirse en la psique
humana desde muy temprana edad”.
Sr. Federico Mayor Zaragoza, Director General de la
UNESCO
. El Año
de la Tolerancia, 1995