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Libro para el Maestro
encarnación de un grupo social ni el resultado de las influencias
de su entorno. El individuo es singular y su identidad se construye
a partir de su propia historia (Charlot, 1997).
Sin embargo, interesarse por los más pequeños en tanto sujetos
singulares no significa olvidar que los individuos se construyen
siempre en «lo social». La singularidad no puede comprenderse
si no la pensamos con referencia al mundo en el cual esta
singularidad se construye. El entorno social no modela ni
determina directamente a la persona, pero constituye el universo
de significación a partir del cual el sujeto construirá su mundo y
su percepción del universo.
Es este universo de significación y esta percepción de la realidad,
construidos en un entorno social, lo que nos interesa estudiar a
partir de la «particular» relación que los alumnos de sectores
populares establecen con los medios. La diversidad de expectativas
familiares, la desigual legitimidad cultural y el acceso inequitativo
a las alternativas lúdicas, generan una relación especial entre los
chicos de sectores populares y los medios de comunicación.
¿QUÉ APRENDEN?
Esta es quizás la dimensión que mejor refleja el potencial de los
medios en la formación de los niños.
El barrio del alumno, su espacio urbano, la vivienda, la presencia
(o ausencia) de cafés, de alternativas culturales, de posibilidades
recreativas, son determinantes para el acceso de los chicos a una
diversificación cultural amplia. No importa de qué aspecto de la
cultura hablemos —teatro, música, pintura, jazz o cine—, los
niños construyen conocimientos más ricos y más diversos en
función de un entorno social y cultural menos limitado en ofertas
y oportunidades (Bourdieu, Passeron, 1985).
La exclusividad de la televisión en la vida cotidiana de los sectores
populares aparece continuamente cuando los niños hablan de
sus consumos culturales:
«Yo no fui nunca a un cine. Me imagino que es un lugar con una
pantalla muy grande y que podría ver los dibujos animados de la
tele mucho más grandes» (Sandra, 8 años).
«¿Museos? No, no sé lo que son. Nunca fui» (Ramón, 10 años).
«¿Con qué me divierto? Casi siempre viendo tele» (José, 10
años).
Ante esta limitada diversificación cultural la televisión adquiere
para los chicos de sectores populares una importante función
compensatoria. Una compensación social y cultural respecto de
las carencias y limitaciones que les impone su condición
socioeconómica. La televisión compensa un «déficit lúdico y
recreativo». Se convierte rápidamente en una fuente de
satisfacciones inmediatas.
La televisión significa también una forma de evasión:
«La televisión nos ayuda a soñar.
.. La gente como nosotros se
identifica con cosas que nunca podremos tener. Soñamos.
..
Cuando vemos la tele en Navidad y está el champagne, las
tortas.
.. la comida.
.. Es como si comiéramos eso.
.. Es como si
fuese nuestra comida.
.. La tele es a veces como una salvación.
..»
(Danos, Dionisio, 1986).
De la televisión los chicos suelen aprender dos tipos de saberes
que destacaremos especialmente (Pasquier, 1994).
Los «saberes cognitivos»:
«Lo que más me gustó fue lo que aprendí sobre los dinosaurios»
(Martín, 11 años).
Y los «saberes sociales»:
«Cuando miro los dibujos animados aprendo a portarme bien en
la mesa» (Romina, 8 años).
«Yo veo los programas de acción porque aprendo a defenderme»
(José, 10 años).
Los niños de sectores populares no sólo aprenden contenidos y
acceden a información. A partir de un programa televisivo
incorporan también prácticas sociales que asumen como
comportamientos cotidianos en su vida dentro y fuera de la
escuela.
Los niños aprenden incluso de emisiones que nunca pensaríamos
educativas. En una encuesta realizada en Costa de Marfil, África,
un importante número de chicos de sectores populares aseguró
que las películas indias, los westerns y las policiales eran
educativas porque «nos permiten aprender a defendernos», o
«enseñan montones de cosas sobre cómo la gente se viste y
vive», o porque «nos enseñan muchas cosas sobre el mundo»
(Jacquinot, 1995).
Los alumnos de familias populares dicen esperar consejos de los
noticieros y reconocen que la televisión les ayuda con los deberes
de la escuela.
«Yo hago los deberes mirando la tele porque muchas veces me
ayuda con la tarea» (Romina, 10 años).
Finalmente, y como dijimos, la pantalla se convierte para estos
niños en el puente que los comunica con un mundo al que no
pueden acceder de otro modo. Este hecho es reconocido con
frecuencia por los niños:
«A mí me gusta ver televisión porque me entero de lo que pasa
en otros lugares, fuera de mi barrio» (Christian, 11 años).