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Libro para el maestro
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SECUENCIA 12
Así como el espacio urbano se transformó rápida-
mente, las costumbres y la vida cotidiana de la pobla-
ción citadina también entraron en un proceso de
cambio. La vida nocturna, con sus paseos, bailes y
espectáculos, se hizo más intensa gracias a la expansión
de los servicios eléctricos. Asistir a las cada vez más
amplias y numerosas salas de cine en el país o a los
salones de baile de moda, fueron algunas de las activi-
Algunos presidentes, como Miguel Alemán Valdés y Adolfo López Mateos, se desta-
caron por impulsar las obras urbanísticas. Por ejemplo, el primero promovió la creación
de vías rápidas y unidades habitacionales en la capital del país, y además contribuyó a
la urbanización del puerto de Acapulco con la finalidad de impulsar el turismo, activi-
dad económica que creció de manera constante a lo largo del periodo 1945-1970,
gracias no sólo a la llegada de turistas extranjeros, sino también al desplazamiento de
la población citadina mexicana hacia las playas en los
días de asueto. Aunque en menor medida, la mayoría
de los gobiernos que se sucedieron en el periodo
buscaron ampliar los servicios urbanos, cada vez
resultaba más difícil cubrir la demanda de una pobla-
ción que no paraba de multiplicarse. Simultáneamente
al proceso de urbanización proyectado a través de
políticas públicas, se presenció un crecimiento desorde-
nado de las ciudades, con el surgimiento de diversas
colonias y de asentamientos irregulares. A todo ello se
agregaron los problemas ambientales causados por la
sustitución de prados y árboles por calles y casas, así
como la contaminación creciente del agua y el aire, a
causa de la expansión de la industria y de la presencia
de miles de automóviles que circulaban diariamente.
La Torre Latinoamericana se levanta en medio del
tránsito diario.
Cuando al comienzo de la década de
los cincuenta se irguió nuestro primer
rascacielos,
todos
quedamos
muy
complacidos: ya éramos Nueva York en
muy pequeño. La Torre Latinoamerica-
na, con sus 182 metros de altura y 44
pisos, nos resultaba un prodigio: sus
cimientos resistirían cualquier temblor,
algunos tan severos como el que derri-
bó en 1957 el ángel de la Independen-
cia o el del 19 de septiembre de 1985,
cuya violencia destruyó infinidad de
edificios entre ellos el Hotel Regis. En
la parte superior estaba un bar, el Mu-
ralto, donde tocaban un aceptable
jazz. Para la ciudad capital era y es
muy alto, habrá que añadir que tam-
bién es feo.
René Avilés Fabila.
Vieja grandeza mexicana.
Nostalgias del ombligo del mundo
, en http//www.
reneavilesfabila.com.mx/vieja%20grandeza.pdf
(recuperado el 22 de diciembre de 2007).
Varias ciudades —como la de México que aparece en la fotografía— se
enfrentaban a crecientes problemas de contaminación del aire.