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consiguiente caída del imperio azteca y la conquista de su capital Tenochtitlan. A partir de
este momento comienza la historia del mestizaje, donde confluyen las culturas española y
prehispánica.
Los pueblos fueron sometidos al mandato de la corona española. Fue una conquista no sólo
territorial sino cultural, social y política. A la par de las armas de fuego, llegaron de España
instrumentos musicales. Los españoles se aplicaron a la tarea de “educar” y “civilizar” a los
pobladores del antiguo México.
La conquista se hizo en la época del Renacimiento europeo, que corresponde a los siglos
XV
y
XVI
,
donde florecía la creatividad humana en todos los campos del arte y del conocimiento.
A través de España, México pudo hacerse partícipe de este esplendor, que, junto con la
herencia indígena, se reflejó en la arquitectura, la literatura, la escultura, la pintura, la
artesanía y la música.
La música, como las otras artes, fue una herramienta para la evangelización. Para los
españoles era vital convertir a los indígenas al cristianismo, y la música era un medio por el
que los pueblos podían acercarse a las iglesias y a los principios religiosos.
Se construyeron iglesias, capillas y conventos en todo México, donde se enseñaba la
doctrina cristiana y se enseñaba a cantar, tocar instrumentos y hacer misas. Fray Pedro de
Gante estableció la primera escuela de música en 1524 en Texcoco, que luego fue
trasladada a la Ciudad de México en 1527.
Posteriormente, el convento de San Francisco fue el espacio donde se estableció la escuela
de música para indígenas San José de los Naturales. Al poco tiempo, los españoles notaron
la facilidad musical, habilidad manual y disposición para aprender de los indígenas, y
comenzaron a enseñarles las técnicas propias de la composición europea de la época:
contrapunto, armonía y polifonía, así como notación musical. Un gran ejemplo fue el
compositor Juan de Lienas, de origen tlaxcalteca, quien compuso misas, villancicos y obras
que mostraron el total dominio del lenguaje occidental europeo.
Los españoles trajeron varios instrumentos: flautas de madera de varios tamaños, trompetas,
chirimías (oboe antiguo), trompas (corno), percusiones, guitarras barrocas, violines, arpas,
salterios y, un poco más adelante, órganos.
Para el siglo
XVII
había varias escuelas de música. Las catedrales en todas las ciudades eran
importantes centros de enseñanza. Se componían grandes obras musicales en todas las
formas y estilos del periodo barroco europeo: el canto gregoriano, el motete, el madrigal, la
cantiga, y el villancico, entre otras. Eran interpretadas por orquestas completas, coros y
órgano.
Los maestros de música y maestros de capilla que llegaban a México eran notables músicos
profesionales, como Antonio de Salazar, de
origen sevillano que fue maestro de capilla en la
Catedral de Puebla hacia el año 1688.
Entre los compositores más destacados de esta época podemos citar a: Manuel de Sumaya,
criollo nacido en la Nueva España, asistente de Antonio de Salazar, que compuso varias
obras, entre ellas misas y óperas; José Gutiérrez de Padilla; Ignacio Jerusalén, nacido en
Italia; Vicente Ortiz de Sárate; José Gabino Leal y Francisco Delgado.
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