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El dos y el tres de agosto escribió, trabajosamente, sus
primeros haikus:
Lento se apaga
El verano
Enciendo
lámpara y sonrisas.
Pronto
Florecerán los crisantemos.
Espera, corazón.
Después, achicó en rollitos ambos papeles y los guardó
dentro de una cajita de laca en la que escondía sus pequeños
tesoros de la curiosidad de sus hermanos.
El cuatro y el cinco de agosto se lo pasó ayudando a su
madre y a las tías ¡Era tanta la ropa para remendar! Sin em-
bargo, esa tarea no le disgustaba. Naomi siempre sabía hallar
el modo de convertir en un juego entretenido lo que acaso
resultaba aburridísimo para otras chicas. Cuando cosía, por
ejemplo, imaginaba que cada doscientas veintidós puntadas
podía sujetar un deseo para que se cumpliese. La aguja iba
y venía, laboriosa. Así, quedó en el pantalón de su herma-
no menor el ruego de que finalizara enseguida esa espantosa
guerra, y en los puños de la camisa de su papá, el pedido de
que Toshiro no la olvidara nunca…
Y los dos deseos se cumplieron.
Pero el mundo tenía sus propios planes…