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Diez años después se extendió el servicio hasta los
barrios de Guadalupe, San Francisco y San Román.
En las casas se usaban quinqués de vidrio, loza o
porcelana que utilizaban aceite de petróleo.
El 2 de abril de 1909 se estableció el alumbrado
eléctrico público, con 70 lámparas colgadas en
los postes y 250 colocadas en los muros.
En las ciudades habitaban los mestizos, quienes desempeñaban profesiones libres
o empleos en instituciones del gobierno o particulares.
Los criollos blancos se empleaban en instituciones del estado, y algunos
hacendados se instalaron en las ciudades y vivían del trabajo de sus peones.
Montados a caballo o en carruaje, los españoles y sus acompañantes recorrían la
plaza principal mientras la gente que iba a pie permanecía a los lados.
Para mantener el lujo de la familia, en las casas
había sirvientes, porteros, cocheros, lacayos,
costureras, atoleras, pajes y amas de llaves.
En las grandes casas se llevaban a cabo
ostentosos bailes a los que asistían los
españoles y los criollos, así como comerciantes
ricos; además organizaban tertulias, es decir,
reuniones para platicar.
Había otros lugares de reunión, como los cafés y
los teatros.
Para transportarse, las personas utilizaban el
caballo, los carruajes tirados por caballos, el tren y
el barco.
Salón del Centro Cultural Casa 6.
Teatro de la Ciudad Francisco de Paula Toro.