Practica esta lección: Ir al examen
108
Como respuesta recibió un reclamo por la indiferencia de
los curas ante las injusticias que los mayas habían sufrido:
Era claro que los mayas no aceptaron entregar las armas
y avanzaron hacia Mérida. Cuando estaban a punto de
entrar a la ciudad, de pronto aparecieron grandes nubes de
sh’mataneheeles
(hormigas aladas), su presencia indicaba
el arribo de las lluvias; por esta causa los mayas regresaron
al oriente para sembrar sus milpas. Aprovechando este
retiro, el ejército yucateco recuperó Peto, Yaxcabá,
Valladolid y Tihosuco.
Bacalar bajo fuego
Iniciada la guerra, los mayas fijaron su atención en Bacalar
debido a que este puerto les facilitaría adquirir armas y
pólvora en Belice. En 1848 Venancio Pec atacó el poblado
hasta que el capitán Pereira, encargado de la plaza, decidió
rendirse y entregar la ciudad.
Preocupado por las ventajas que daba al enemigo la
posesión de Bacalar, el gobierno envió al coronel José
Dolores Cetina para recuperarlo. A bordo de varias canoas
ordenó un ataque nocturno. Las tropas desembarcaron
y avanzaron hasta que lograron la victoria. En su
desesperación los mayas trataron varias veces de retomar
Bacalar, hasta que en 1858 Venancio Puc llegó decidido
para ocuparla de manera definitiva. Atacó de noche y
sorprendió a los soldados, se apoderó de dos piezas de
artillería y dispersó a la tropa. A partir de entonces, los
mayas conservaron Bacalar.
Una sola cosa digo a ustedes y a los venerables santos curas. ¿Por qué no se acordaron
o se pusieron alerta cuando nos empezó a matar el señor gobernador? ¿Por qué no se
ostentaron o se levantaron en nuestro favor cuando tanto nos mataban los blancos? ¿Por
qué no lo hicieron cuando un tal padre Herrera hizo cuanto quiso a los pobres indios? Este
padre puso la silla de su caballo a un pobre indio, y montado sobre él, empezó a azotarle,
lastimándole la barriga con sus acicates. ¿Por qué no nos tuvieron lástima cuando eso
sucedió? ¿Y ahora se acuerdan, ahora saben que hay un verdadero Dios? Cuando nos
estaban matando, ¿no sabíais que hay un Dios verdadero? […] En todas las partes de este
mundo en que nos matabais, ¿por qué no recordasteis, ni dirigisteis vuestra consideración
por el verdadero Dios, cuando nos hacíais este daño? […] Porque si os estamos matando
ahora, vosotros primero nos mostrasteis el camino.
Fuerte en Bacalar.
Eligio Ancona,
Historia de Yucatán
, tomo 4, México, Gobierno del Estado de Yucatán, 1917, pp. 412 y 413.