manifestaciones culturales corresponde con una política de memoria y olvido, de la cual no
siempre somos conscientes y que con frecuencia está vinculada a intereses ajenos a las
comunidades.
De ahí que valga la pena reflexionar sobre la fuerza de la danza en la construcción de nuestra
identidad social y cultural, considerando que México es un país con una gran riqueza cultural y
dancística gracias a la pluralidad étnica y cultural que posee, pero con grandes conflictos
sociales que no pueden obviarse al momento de profundizar en la realidad social de la gran
mayoría de los productores de arte.
Foto: Christa Cowrie, “Manos de la tierra”, en
La vida de la escena: la escena de la vida.
Obra fotográfica
, México, INBA/CENIDI-Danza, 2005.
El conocimiento de las manifestaciones dancísticas de nuestro país constituye uno de los
medios para sensibilizarnos acerca de su valor, así como para tomar conciencia del olvido
económico y social que padecen las comunidades donde se producen.
Lo anterior nos lleva a deliberar acerca del compromiso que adquiere cada generación de
conocer el legado cultural y artístico de las generaciones pasadas y transmitirlo a las futuras,
pues ello favorece la construcción de las identidades comunitarias o de toda la nación. En
nuestro país, durante largo tiempo, el gobierno ha promovido la construcción social de
identidades, pero éstas han sido despojadas de su historicidad (no se han considerado sus
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