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Libro para el Maestro
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HISTORIA
II
La Quinta-Modelo
I. La vuelta a la patria
En la mañana del 19 de octubre de 184…la campana de la fortaleza de San Juan de
Ulúa dio el toque de vela, y pocos momentos después, sobre la sábano inmensa del mar,
apenas agitada por la brisa, apareció el vapor norteamericano, arrojando al cielo sus
bocanadas de humo […] En la cubierta del vapor estaba en pie, mirando hacia la tierra,
un hombre de treinta y ocho años de edad […] Aquel hombre debía estar dotando de lo
que hemos dado en llamar un alma romana, puesto que no le causaban impresión
alguna volver a ver las montañas y los edificios del país donde nació. Solamente se
animaron sus toscas facciones cuando el bote del practico se acercó lo necesario para
que con ayuda del anteojo, reconociera a algunos de sus amigos que iban a darle el
abrazo de bienvenida […] Para que el lector haga conocimiento con el personaje que
más adelante no podrá menos que interesarle en cierto modo, comenzaremos por
decirle que había caído recientemente una de tantas administraciones cuantas ha
tenido México, y que los desterrados por ella al extranjero, volvían con el aire de
víctimas a las pretensiones de
vencederos.
Gaspar Rodríguez, que es el personaje en escena, tuvo la mala o buena suerte de
hacerse sospechoso al gobierno a causa de su lenguaje un tanto desenfrenado y
espartano; en consecuencia, y consignado a sí mismo, fue embarcado un día a despe-
cho suyo, y para disimularlo, al perder de vista las playas de Veracruz, tarareaba con la
que he observado lo poco dispuesta que te hallabas para cosas de religión!
—
Mamá-tía, no diga usted eso, que lo creerán estos señores.
—
Harán bien en creerlo, porque es la verdad; yo nunca te exigiré que hagas nada
contra tu voluntad, pero me da pena ver que te muestres tan tibia, ahora que se
generaliza tanto entre nosotros la impiedad. En otros tiempos, primero se quedaba
un cristiano sin comer que sin misa; y ahora, se miran las iglesias desiertas […]
¡Quién sabe cuántos males nos esperan con la venida de esos señores que llegaron
anoche, quienes, según dicen, no creen en Dios y van a cerrar las iglesias!
—
Si habla usted de las personas que forman el gobierno constitucional, que ayer han
arribado a este puerto
—
contestó Andrés
—
, puede usted tranquilizarse, precisa-
mente porque creen en Dios han sostenido tan valientemente su noble causa, en
medio de los mayores trabajos y peligros, y no piensan en cerrar las iglesias.
—
¿Pues no dicen que la Constitución es obra de herejes, y para destruir la religión?
—
Ni lo uno ni lo otro, ni siquiera habla de religión nuestro código fundamental.
—
Yo no le he leído, pero si como usted dice, nada tienen que ver con los padres, retiro
lo que he dicho.
—
Los padres no son la religión.
Nicolás Pizarro.
La coqueta
. México: Premia Editora. S/f, pp. 13, 16-17, 47-48, 57-60 (La Matraca No. 9).