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Libro para el Maestro
295
HISTORIA
II
17.
Lee el texto.
Protestas, rebeliones y contradicciones
Como viste en sesiones anteriores, en el porfiriato los obreros conformaron uno de los grupos sociales más
importantes y su crecimiento fue aparejado del desarrollo y auge industrial en México. De acuerdo con la
legislación existente, los obreros podían hacer valer su derecho a la libertad de asociación, pero no contaban
con leyes que los protegieran. Por ejemplo, no se permitían las huelgas como medio para protestar por las
precarias condiciones de trabajo a las que eran sometidos: jornadas de 12 a 14 horas diarias que debían
cumplir tanto los hombres, como las mujeres y los niños; semanas laborales de siete días; despedidos injustifi-
cados; bajos salarios; falta de protección en caso de accidentes.
Con el fin de terminar con esta situación los trabajadores se organizaron en asociaciones de ayuda mutua y
organizaciones que luchaban por mejorar las condiciones de trabajo y de salario. Muchos obreros recibieron la
influencia de las ideas socialistas o anarquistas. En ocasiones pudieron negociar sus demandas con el gobierno
federal, pero en general los movimientos radicales fueron reprimidos y se optó por apoyar a los patrones. Los
conflictos de los mineros en Cananea en el Norte del país (1906) y de los trabajadores textiles de Río Blanco
(1908) fueron una muestra del descontento de los grupos trabajadores y de la represión ejercida durante
el porfiriato. El Programa del Partido Liberal sintetizó muchas de las demandas obreras durante la última
fase del porfiriato.
A fines del porfiriato también se intensificó la represión ante las rebeliones agrarias de indígenas y campe-
sinos. Más que en otro periodo, se recurrió a la fuerza. Un ejemplo de la política represora del régimen fueron
los cientos de hombres, mujeres y niños yaquis que fueron deportados a campos de trabajo en Oaxaca y
Yucatán.
El éxito económico del porfiriato tuvo costos sociales y políticos elevados. Además de las desigualdades
social que produjo, creció el malestar en algunos grupos que, aunque se veían beneficiados por el desarrollo
económico, no podían participar en la vida política del país. Estos grupos rechazaban la idea de Díaz de
mantener, al menos en apariencia, la Constitución de 1857 y postergar su aplicación hasta el momento en que
juzgara que los mexicanos habían alcanzado el grado necesario de evolución.
Otra de las contradicciones del porfiriato fueron las relaciones que mantuvo con el exterior, principalmente
con el gobierno estadounidense. A pesar de la apertura y apoyo que brindó a la inversión extranjera, en los
últimos años de su
dictadura
, Díaz reorientó su postura hacia los Estados Unidos de América ante la impor-
tancia que habían adquirido las empresas estadounidenses en la economía mexicana. Mantuvo buenas relacio-
nes diplomáticas con las potencias europeas y se opuso a que el país vecino se convirtiera en árbitro entre los
países americanos, defendiendo la soberanía de estas naciones.
Obreros y campesinos durante el porfiriato.